Lo importante de conocer bien a los que nos enseñan…
Por Adela Penagos, PhD, Presidenta
He sido muy afortunada al haber estudiado y trabajado en distintas universidades en los Estados Unidos. A través de estas experiencias, he escuchado lo siguiente de parte de los maestros: “mis estudiantes no vienen a verme cuando tengo horas de oficina”. De manera similar, los estudiantes tienden a decir: “los maestros ponen sus horas de oficina a las 8 de la mañana, lo cual quiere decir que no quieren realmente verme”. Si bien las dos observaciones tienen validez, me gustaría alentarte a que llegaras a conocer bien a quienes te enseñan, sin importar el esfuerzo que tengas que hacer para que la relación florezca, incluso si tuvieras que levantarte muy temprano. Con el paso del tiempo te sorprenderás de los frutos que puedes cosechar con esta relación. Al igual que cualquier otro tipo de relación humana, toma tiempo y trabajo el establecer una relación positiva y duradera con un maestro. Sin embargo, el esfuerzo vale la pena.
Hace un par de semanas, tuve la oportunidad de ver los beneficios de este tipo de relación desde la perspectiva del maestro. Uno de mis estudiantes de antaño y yo comimos en la estación de tren de Boston, “South Station”, cuando él iba camino a una ciudad del oeste del estado de Massachusetts para hacer investigación con el objetivo de escribir un libro y artículo que espera publicar este otoño. Cuando le di clase de conversación y escritura durante su primer año en la universidad me llamaban mucho la atención la manera en que pensaba críticamente y sus habilidades analíticas y creativas. Sin duda alguna, era el mejor estudiante de su grupo. Sin embargo, lo que lo distinguía aún más eran su humildad y amabilidad. Durante su último año en la universidad, fue uno de los 11 estudiantes (de más de 1800) con el mejor promedio y, por consiguiente, se le consideró candidato para darles la despedida a sus compañeros durante la ceremonia de graduación. Yo tuve el privilegio de escribirle una carta de recomendación para esto, algo que siempre he recordado. El escribir una carta de recomendación para un estudiante sobresaliente cuando uno lo conoce bien, es una de las cosas más significativas para un maestro. Uno puede realmente proporcionarle al lector un retrato exacto del candidato con facilidad y precisión. Así pues, ayudando a que el candidato sobresalga al comparársele con los demás.
En aquel momento, no tenía ni idea de que, eventualmente, mi estudiante y yo íbamos a discutir cómo enseñar ciertos temas literarios, cómo buscar y encontrar trabajo, cómo prepararnos para entrevistas y cómo descubrir nuestras aspiraciones personales y profesionales. Este estudiante me ha enseñado muchísimo durante años, en particular, el que las amistades que formamos con nuestros estudiantes pueden durar para siempre. Te aconsejo que en un futuro no muy lejano, conozcas a alguno de tus maestros, nunca se sabe lo que podrían aprender mutuamente, sin dejar de mencionar que, este maestro podría ser alguien que te escribiera una excelente carta de recomendación que pudiera abrirte muchas puertas hoy y en el futuro.